La papaya en Almería es viable, pero mejor con control de clima

Cultivos alternativos en la provincia

En este cultivo, que en el último lustro se viene erigiendo como una alternativa de peso, influye de forma determinante temperatura y radiación según Cajamar

Antonio Manuel Ramón, agricultor de la capital, muestra su cultivo de papaya.
Antonio Manuel Ramón, agricultor de la capital, muestra su cultivo de papaya. / Javier Alonso

24 de abril 2021 - 06:00

Mucho se viene hablando, analizando y desarrollando acerca de las posibilidades de un cultivo que se erige como una de las grandes alternativas para el campo almeriense bajo abrigo, especialmente durante el último lustro, la papaya.

Este cultivo tropical, comenzaba una andadura en Canarias importante, y a raíz de ahí, los investigadores almerienses, especialmente los que trabajan en el seno de la Fundación Cajamar, vislumbraron una posible vía que rápidamente comenzaron a implementar en su sala de máquinas, Las Palmerillas, en El Ejido.

Pronto se vio que la papaya invernada, pese a su fisionomía de árbol con tronco y que necesita de cierta altura, podía ser adaptado pese a estas circunstancias, ya que el clima para su desarrollo era más que propicio. Han sido años de resultados prometedores, pero ya, la experiencia e, incluso, la puesta en marcha por algunos agricultores de este cultivo permite poner negro sobre blanco sobre su viabilidad y rentabilidad.

Tres expertos lo hacen. Juan José Hueso Martín, coordinador de Investigación de la Estación Experimental Las Palmerilla; e Irene Montero, investigadora del centro, junto con Julián Cuevas, Catedrático de Fruticultura de la Universidad de Almería, ponen en contexto de su situación actual.

Cabe contextualizar, subrayando que papaya es una de las frutas tropicales más consumidas en el mundo, cuya producción mundial supera actualmente las 13,7 Mt en más de 460.000 ha cultivadas. Es una especie exigente en clima que requiere un rango de temperaturas óptimo para su desarrollo, comprendido entre los 21 y 33 ºC, siendo 25 ºC la temperatura media ideal para el cultivo, y una humedad relativa comprendida entre el 60 y el 85 %.

Por tanto, el cultivo protegido permite la producción de papaya en regiones subtropicales como las Islas Canarias y el sureste español. En estas condiciones, los invernaderos de plástico provistos de ventilación natural son los sistemas de cultivo habitualmente empleados, aunque resulta interesante la adquisición de estrategias de control de clima activo para favorecer la respuesta fisiológica y productiva del cultivo.

Con el objetivo de mejorar la producción y la calidad de la fruta adoptando la estrategia más rentable para la producción de papaya en el sureste español, en la Estación Experimental Cajamar en El Ejido se ha evaluado un ciclo de 27 meses de dos plantaciones de papaya cultivadas en un invernadero tipo multitúnel y diferentes estrategias de control de clima. La primera estrategia ha consistido en un control de clima pasivo (CCP), con ventilación natural y blanqueo de la cubierta en verano. La segunda en un control de clima activo (CCA) con ventilación natural y blanqueo, más un sistema de nebulización de baja presión y un sistema de calefacción para suavizar las temperaturas estivales e invernales y mantener una humedad relativa adecuada. La variedad seleccionada para el estudio ha sido ‘Siluet’ en ciclo de trasplante de primavera y una densidad de plantación de 2.666 plantas por hectárea. A lo largo del ciclo se ha llevado a cabo un manejo estándar para el cultivo. Se han evaluado diferentes parámetros de crecimiento y fenología del cultivo, producción y calidad de la fruta. Además, se ha realizado un análisis de rentabilidad que determina la viabilidad y compara las dos estrategias.

En cuanto al clima dentro del invernadero, las temperaturas mínimas alcanzadas en invierno en el invernadero con control de clima pasivo han llegado a ser demasiado bajas para la papaya, con mínimas de 7 ºC en momentos puntuales. En el invernadero con control de clima activo, la calefacción ha permitido atenuar las bajas temperaturas, especialmente en el primer año, en el que la temperatura mínima ha sido de 14,4 ºC. En el segundo invierno, las temperaturas mínimas han oscilado entre 10-11 ºC (consigna de 12 °C).

Además, la nebulización también ha suavizado las altas temperaturas del verano. El efecto de nebulización se ha observado especialmente en el segundo verano, cuando las temperaturas máximas han sido 2-3 °C inferiores. A nivel de cultivo, los resultados han mostrado que un control activo del clima dentro del invernadero produce una respuesta positiva sobre las plantas de papaya, midiéndose un mayor crecimiento y una floración de calidad durante más tiempo; es decir, una mayor frecuencia de flores hermafroditas tipo elongata, que son las que posteriormente producen frutos comerciales. Además, las peores condiciones del verano dadas en el invernadero con control de clima pasivo dieron lugar al aborto de las primeras flores originadas, lo que hizo que los primeros frutos cuajaran a los 104 cm del suelo, frente a los 81 cm medidos en con control de clima activo.

Como factor decisivo en lo referente a la calidad de la fruta, el contenido en sólidos solubles totales en general se ha mantenido por encima del mínimo exigido para la papaya (10 ºBrix). A lo largo del ciclo se ha observado el efecto de las condiciones en las que se desarrollara la fruta, viéndose favorecida o perjudicada por igual según las condiciones del clima dentro del invernadero, independientemente de la estrategia de control de clima empleada. Esto sugiere que factores adicionales a la temperatura resultan críticos para el desarrollo y maduración, siendo la radiación uno de ellos. No se ha observado un efecto negativo sobre la calidad derivado de la mayor demanda de fotoasimilados.

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