El cambio climático pone en peligro a la cereza
Cultivos en el medio rural
La producción de esta demandada fruta de hueso, que tiene su principal foco productivo en la Comarca de Nacimiento, cosecha una menor calidad por “la locura de clima que hemos tenido estos meses”
La producción ha sido media e irregular por zonas
Este año se han hecho más patentes que nunca los efectos que está provocando el cambio climático y que van camino de ser devastadores para la agricultura al aire libre, esa de la cual el agricultor mira a diario al cielo y se encomienda a todo”, esa es la tajante de reflexión de Pepe Zoyo, uno de los productores de cereza de la Comarca de nacimiento, ese pequeño ‘Valle del Jerte’ almeriense que está viendo como poco a poco, los caprichos de un clima influenciados por la práctica del ser humano están empujando a que sea cada vez más difícil mantener algunas producciones, caso de la cereza en esta zona, abocándola a la desaparición de no poner remedio.
Es paradójico, mientras que Almería es la mayor despensa por kilometro cuadrado del mundo, además de la más sostenible y la que necesita de menos recursos para la producción obrando lo que se puede considerar casi un milagro, la agricultura tradicional pasa quizás por su peor momento nunca visto por culpa del clima.
La peculiar orografía de la provincia almeriense ha propiciado desde antaño una agricultura rica y diversa para el abastecimiento del entorno rural, principalmente. Sin embargo, el aumento y adelanto paulatino del calor, nuevas plagas antes desconocidas, fenómenos violentos como gotas frías recurrentes e, incluso, esa calima reciente que para todos quedará ya presente en el imaginario, han dado lugar a una situación insostenible. “Es imposible producir bajo los canones que se llevaban a cabo y se quieren potenciar, como es la agricultura ecológica. Ahora mismo no hay mecanismo natural para combatir con tantos factores externos dañinos. En este sentido, la investigación va por detrás de la realidad y hay que invertir para buscar las herramientas necesarias a fin de mantener este tipo de agricultura sin recurrir a ningún tipo de ‘veneno’. Lo peor, es que de no dar soluciones, en esta zona de la comarca de Nacimiento en unos años habrá desaparecido el cultivo de cereza”, lamenta Zoyo, productor y vecino del municipio de Abrucena, que cuenta con una finca en el conocido paraje de Pago de Escuchagranos, donde hasta no hace tanto tiempo contaba con unos 800 cerezos de los que sacaba unos 10.000 kilos. En estos últimos tres años, y tras un proceso de transformación por culpa de haberse visto obligado a arrancar muchos de ellos afectados por el temible gusano cabezudo, otro efecto de los cambios mencionados, va reponiendo cada año a ritmo de un centenar de árboles, que claro, son más bien pequeños y viene rondando una producción de 2.000 kilos, caso también de esta campaña.
Este curso sin llegar a ser malo, no ha sido bueno. Ha estado marcado por la irregularidad. El tiempo ha hecho que de nuevo se produzca un hecho que es casi insólito, como es que en el mismo cerezo se den hasta tres cosechas: una la temprana, otra después y otra más tardía. Y todo ello fruto de los bruscos cambios de temperatura y de tener cada vez más dificultad para alcanzar el número mínimo de horas de frío que necesita este cultivo en invierno, que es de 600 a 800 horas por debajo de los siete grados.
Así, sin ser un año catastrófica, sí que se teme ante una evidencia que es clara para este productor, que no es otra que no saber cómo va a evolucionar el tiempo, sabiendo que será a peor, eso seguro, pero no a qué ritmo ni si se conseguirán tener las herramientas para hacerle frente dentro de la sostenibilidad ambiental ya no solo que los consumidores demandan, sino que los propios productores también exigen, pues es idiosincrasia del medio rural.
Y como hay que seguir enumerando problemas, pues son prácticamente todos, hay que destacar también que el precio de venta para el productor no ha sido el mejor. El motivo es, por un lado, la exponencial subida de costes en los insumos y que atañe a todos los agricultores independientemente del sector; y por otro lado, que en el caso de la cereza, pese a existir una oferta de producto razonable, la demanda ha bajado considerablemente. El motivo de este fenómeno está íntimamente ligado también a la coyuntura económica actual de las familias, donde un producto como este pasa en este momento a considerarse casi un ‘accesorio de lujo’ y deja de formar parte de la lista de la compra.
La Comarca de Nacimiento siempre se ha distinguido por contar con una climatología fría en invierno y templada en verano, convirtiendo a estos terrenos en ideales para la producción de esta fruta, pero poco a poco estas características están desapareciendo.
Otra de las grandes plagas recientes es la Mosca Mediterránea, que se la puede considerar nueva, pero que por lo general, y de momento, se está pudiendo mantener a raya.
En cualquier caso, esta y el gusano cabezudo, que no ataca al fruto sino que mata directamente a la planta, se han convertido en los principales problemas que amenazan a la producción de cereza almeriense de la Comarca de Nacimiento, y la aparición de nuevas variedades más resistentes en los últimos años está favoreciendo una adaptación y supervivencia que igualmente no está garantizada ante tanto y repentino cambio.
Como conclusión, Pepe Zoyo lo tiene claro, “además de la investigación para este tipo de agricultura, que tiene que ser sostenible, la administración también debe poner medios, pero como también tiene que hacerlo el ciudadano de a pie. Tenemos que crear conciencia, no podemos seguir a este ritmo”.
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