Antonio López, pastor: “Estar en la sierra es una terapia para mí, el bar es más sacrificado”
El personaje
Antonio López Pérez tiene una curiosa doble militancia: es pastor y propietario de uno de los bares que hay en la localidad de Bacares
Los pastores, claves en la lucha contra los incendios forestales
Pocos almerienses pueden decir que combinan su vida en campo con la gestión de la hostelería. Antonio López, oriundo de Bacares, es uno de ellos. El campo es para él su vida y, ahora, su pesar, pues siente que se está quedando solo en el monte. En la conversación demostrará su vocación por el ganado y guiará a sus ovejas monte abajo, siendo testigo este periodista de ello, pues ha llegado el momento de las vacunas. Se siente una persona feliz con su vida.
–Me dice que es de los más jóvenes que hay aquí, ¿No ve usted el relevo generacional?
-Yo creo que lo de pastor ya está perdido. Se están retirando todos, nadie quiere estar con el rebaño. Estás en el campo y es un sacrificio todos los días.
–Pero la hostelería es también un trabajo sacrificado y la gente no ha dejado de dedicarse a ello.
-Y yo creo que eso es más sacrificado que esto. Así voy llevando la doble militancia, aquí me ves. Es una dualidad. Yo estoy en el campo porque me viene de toda la vida, eso viene de antes, de mis padres. Yo sigo con mis animales porque me gusta, si no me gustara ya lo hubiera dejado. Esto es una terapia aquí en la sierra.
–Esto a la gente de ciudad le sorprenderá.
-Pues tú verás, estoy aquí con el ‘airecito’ fresco, hoy hace buen día y mañana calor. Yo llevo mejor el frío y el ganado también, cuando hace calor se esconden a la sombra y no salen en todo el día.
–La ‘oficina’ que tiene es calor, frío, lluvia, nieve...
-Yo cuando nieva salgo igual. Da lo mismo todo.
–Le veo que está moviendo de sitio el rebaño, ¿Por qué lo hace?
-Vamos a bajarlas, tienen el veterinario y que ponerse las vacunas. Hay algunas que hay que curar. Esto nos puede llevar horas hasta que bajamos abajo. Como no quieran andar, tenemos que dejarlas aquí e irnos.
–¿Cómo empezó usted en esto?
-Yo empecé con mi padre, que toda la vida ha tenido animales. He seguido con la tradición de él, que le sigue gustando, tiene 85 años y siempre que lo veo, me pregunta. Este es otro mundo.
–Más tranquilo que el de la ciudad.
-Aquí no hay soledad, ves como cantan los pajaritos, aquí estamos acompañados. Y ellos nos ayudan mucho, los trabajadores de la administración en el tema de los incendios y los ‘papelorios’.
–Cada vez hay más papeles.
-Hay más papeles y más agobios. Las gestorías no están preparadas para esto, como cada vez hay menos gente. Muchas veces nos llaman y nos preguntan qué es cada cosa, yo les digo lo que puedo. Este mundillo está perdido.
–¿Teme que se pierda?
-Sí que se va a perder. En mi pueblo ya no quedo más que yo. Con animales como estos, solo quedo yo. En la sierra solo estoy yo, aunque en veranos es verdad que se suma alguno. Lo que haría falta es llamar a los ‘zagales’, los mayores ya no.
–Está el pueblo tranquilo.
-Quedamos los de ‘El Fuentes’ (otro de los restaurantes que hay en Bacares) y nosotros. La verdad es que veo menos gente viviendo pero el fin de semana sí se anima la cosa con la caza.
–¿Dónde está es coto?
-Sí, esto es un coto de caza. Hay muchos animales aquí, ¿No habéis visto ninguno?Hay ciervos y más animales, también jabalíes, pero no dan problemas, no son peligrosos. Justo por donde van las ovejas, duermen a veces. Yo nunca he tenido un problema, si llevara perro sí sería más peligroso. Cuando van herido el ganado también es fastidiado.
–¿No saca usted al perro?
-No, yo el perro lo tengo en mi casa pero no lo saco por aquí. Es cuando tienes que guardarte en muchos sitios cuando lo necesitas para que te ayude. La oveja que se descarría aquí es porque está enferma y ya le queda poco, desgraciadamente si se queda atrás puede ser presa.
–¿Qué pasa cuando le falta una oveja?
-Pues es un embrollo, porque tienes que dar parte. Si te falta más de una te hacen una inspección porque piensan que estás vendiendo. Yo hace tiempo que no pierdo una pero todos los años faltan cuatro o cinco. A veces no la vuelves a encontrar.
–¿De noche está por el campo?
-Yo suelo bajar por la tarde a pastorear, me has encontrado por la mañana porque ha encartado pero yo bajo por la tarde y ya lo que esté. Ayer me dieron las ocho aquí hasta que me fui para abajo.
–¿Y las ovejas dónde duermen?
-Duermen por aquí, por el campo, donde pillen. Yo las dejo por la noche y no pasa nada. Tienen sus sitios, en ese cerro es como si fuera una cama para ellas. No se salen de su zona. Te puede pasar que te la roben. El otro año se me perdió un borrego bueno que yo llevaba. Yo por la mañana sé donde están con los cencerros.
–¿Y cómo siguen la ruta?
-Por la noche van andando por los cortafuegos, no se arriman por los árboles. Son miedosas y no se meten por cualquier lado las ovejas.
–¿Usted cuándo descansa?
-Yo no me he cogido vacaciones en mi vida. Salgo y demás pero no me voy, he ido a la capital, mi mujer es de ahí. Tengo un trabajo muy fuerte, no he descansado casi desde que nací. Duermo en mi casa, en Bacares, yo soy autóctono y creo que me voy a morir aquí.
–Eso es vocación.
-Tengo mi mujer y mi crio. Al de 18 años me he lo he traído, a lo mejor le da por el campo pero yo quiero que haga otra cosa. Con los fuegos, los retenes, hay trabajo por todos lados y están mejor que aquí. Si no hay nada mejor, pues trabajaría aquí. El que no trabaja es porque no quiere.
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