Comisario de altura
Anuario de Agricultura & Alimentación 2024
El lituano Virginijus Sinkevičius lejos de defender los intereses de la pesca ha sido un dolor de muelas para los pescadores
Quien aguzó el oído el 15 de julio de 2024 pudo escuchar un hondo suspiro de alivio. Lo exhalaba el sector pesquero europeo tras conocer la dimisión del hasta entonces comisario de Medioambiente, Océanos y Pesca, el lituano Virginijus Sinkevičius, que lejos de defender sus intereses, como debía, ha sido un auténtico dolor de muelas para los pescadores europeos. Más que un golpe de la fortuna, la retirada de Sinkevičius, llamado por la Eurocámara a ocupar el escaño obtenido en las últimas elecciones europeas con el nuevo partido Unión de Demócratas por Lituania (DSVL), de filiación ecologista, propiciaba el cambio de rumbo prometido en campaña por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, si, como ha ocurrido, era reelegida para el cargo. Von der Leyen prometió, entre otras cosas, nombrar un comisario específico para asuntos de Pesca, ¡aleluya!
Y así ha sido, el pasado 18 de julio, durante la presentación de sus directrices políticas a los miembros del PE, la reelegida presidenta de la Comisión Europea anunció que nombraría un Comisario de Pesca y Océanos “encargado de garantizar que el sector siga siendo sostenible, competitivo y resiliente y de mantener la igualdad de condiciones para la cadena pesquera europea”. Para el sector, es la mejor manera de que Europa reestablezca el equilibrio entre la conservación de la biodiversidad, el uso sostenible de los recursos naturales y la seguridad alimentaria, factores clave para el desarrollo de la actividad pesquera, y que el ya excomisario Sinkevičius, que unificaba bajo una misma cartera la gestión de medio ambiente, océanos y pesca, no ha conseguido. Mantenemos además la esperanza de que la persona designada para encargarse de los asuntos de Pesca tenga más en cuenta las cuestiones sociales del sector.
En los últimos años los pescadores europeos han afrontado crisis sucesivas derivadas del Brexit, la pandemia o la guerra en Ucrania, que ha provocado el crecimiento del precio del combustible y de los costes operativos. Crisis a las que se añaden desafíos como la descarbonización de la flota, el problema del relevo generacional y los fenómenos meteorológicos extraordinarios provocados por el cambio climático. Y, por si esto fuera poco, en lugar de apoyo por parte del comisario encargado de defender sus intereses, la flota ha tenido que lidiar con regulaciones excesivas, cierres de áreas de pesca, prohibiciones injustificadas propuestas por la Comisión Europea y el aumento de las importaciones a gran escala de terceros países. Factores todos que están ejerciendo una presión constante sobre el sector pesquero europeo. Paralelamente, los actores pesqueros deben cumplir con un número cada vez mayor de estrictos requisitos de producción y enfrentar una mayor carga administrativa. Los pescadores necesitan respuestas a estos desafíos a nivel europeo, y una estrategia clara para crear un sistema alimentario europeo competitivo, a prueba de crisis, sostenible, amigable para los pescadores y basado en la ciencia y el conocimiento.
Todos necesitamos alimentarnos, y la comida no sale de la chistera de un mago. La capacidad comunitaria de autoabastecimiento de productos pesqueros ha disminuido notablemente desde 2018. Es preciso llegar a un acuerdo sobre los compromisos necesarios para garantizar el suministro de alimentos para las generaciones actuales y futuras. Y, tal como manifiesta la FAO en su visión sobre la Transformación Azul, “los alimentos acuáticos ofrecen un increíble potencial para mejorar la nutrición por su alto valor nutricional y abordar dificultades en materia de seguridad alimentaria. Respaldan estas expectativas su inmensa diversidad biológica, la mayor eficiencia de sus sistemas de producción, su huella ecológica más baja y menores emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los sistemas de producción animal en tierra”.
Con ese mar de fondo, y tras celebrar el nombramiento de Carmen Crespo Díaz como presidenta de la Comisión de Pesca del Parlamento Europeo, el sector confía en que la nueva Comisión Europea elija un comisario pesquero de altura que reconozca los esfuerzos de la flota en los últimos años y promueva decisiones más equilibradas, en cuanto a combinar la conservación de recursos con las cuestiones sociales y económicas. Un comisario que defienda los intereses de las flotas de la UE y trabaje por evitar la competencia desleal de terceros países, por reducir la complejidad administrativa que nos ahoga, y por políticas y acciones concretas que, entre otras cosas, estimulen el relevo generacional, el consumo de pescado y, por ende, la soberanía alimentaria.
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