Andalucía, el sabor de los datos agroalimentarios

Anuario de Agricultura & Alimentación 2024

Ya en el primer trimestre del año, Andalucía ha vuelto a rebasar su plusmarca histórica como líder exportador agroalimentario

Recogida de la aceituna.
Recogida de la aceituna.
Luis Planas Puchades - Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación

07 de octubre 2024 - 21:00

El sector agroalimentario andaluz es de vital importancia dentro del contexto de liderazgo mundial que ostentamos tanto España como la Unión Europea. Los datos de exportaciones son bien elocuentes a este respecto. En el último ejercicio, la balanza comercial agroalimentaria de la UE batió su récord con 228.600 millones de euros en exportaciones y un saldo positivo de 70,1 millones. También en España, hemos conseguido la cifra récord de 71.700 millones de euros en exportaciones y un superávit de 17.000 millones, en el último año móvil hasta abril.

Por su parte, Andalucía cerró 2023 con unas exportaciones que sumaron 13.707 millones y una balanza favorable de 6.335 millones. La tendencia positiva continua y, ya en el primer trimestre del año, Andalucía ha vuelto a rebasar su plusmarca histórica como líder exportador agroalimentario de España con un superávit de 2.738 millones de euros.

Hay más datos que corroboran la pujanza del sector agroalimentario andaluz. Aporta un Valor Agregado Bruto (VAB) de 19.440 millones de euros que representa el 19,5% del conjunto de este sector en nuestro país y el 12,8% del total de la economía regional. Asimismo, genera más de 490.000 empleos que suponen el 21,8% del total de ocupados en la actividad agroalimentaria española y el 16% del conjunto de la economía andaluza.

Mención aparte merece la industria agroalimentaria de Andalucía que ocupa un lugar protagonista por ser una actividad de primera magnitud en la estructura económica de esta comunidad autónoma. Más de 5.600 empresas constituyen un importante tejido que produce el 18% del VAB de la industria andaluza. Se trata de empresas de pequeña y mediana dimensión, la gran mayoría pymes con menos de 250 empleados.

Esta diseminación empresarial por toda la comunidad, sobre todo en el centro y valle del Guadalquivir, produce beneficios para la cohesión territorial. Es así, porque buena parte de la agroindustria se sitúa en zonas rurales y contribuye a fijar población en aldeas, pueblos y municipios de tamaño medio que nos defienden de los procesos de despoblamiento, uno de los desafíos más acuciantes para el mundo rural y al que este Gobierno ha otorgado máxima prioridad.

Más allá de los datos, el sector agroalimentario de Andalucía destaca también en términos de identidad y proyección internacional gracias a productos señeros y a su vinculación con la dieta mediterránea, una de las dietas más saludables y más valoradas en todo el mundo.

Alimentos que llenan el paladar nada más pronunciarlos, como el aceite de oliva, el jamón o el vino, junto a la forma de prepararlos y de consumirlos, son señas de identidad de Andalucía, que no en vano es la región comunitaria con más figuras de calidad diferenciada. Sus 29 denominaciones de origen protegida (DOP), sus 33 indicaciones geográficas protegidas (IP), sus tres especialidades tradicionales garantizadas (ETG) y sus dos Indicaciones Geográficas (IG) convierten a Andalucía en una tierra privilegiada para la excelencia agroalimentaria.

El aceite de oliva virgen extra andaluz, por ejemplo, lidera las exportaciones españolas con un 73% del total nacional. Las denominaciones de origen como aceite de oliva Virgen extra de Baena o de Priego de Córdoba aseguran la calidad y autenticidad del producto, lo que contribuye a su alta demanda en mercados internacionales.

Porque el aceite de oliva es para Andalucía mucho más que un alimento. Es un estandarte digno de las mejores mesas del mundo y es el hilo de oro de la dieta mediterránea. Por eso, la inclusión del Banco Mundial de Germoplasma del Olivo de Córdoba (BGMO) en el Sistema Multilateral del Tratado, que firmamos el pasado 14 de junio en Madrid, el secretario del Tratado Internacional, Kent Nnadozi, el director ejecutivo del Consejo Oleícola Internacional COI), Jaime Lillo, y yo mismo como ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, supone un reconocimiento internacional a la contribución de este recurso a la conservación de la biodiversidad y su valor para el sector olivarero.

España ejerce su liderazgo mundial al hacerse responsable de garantizar que el olivo siga siendo uno de los cultivos imprescindibles para la seguridad alimentaria, así como agente vertebrador de grandes zonas rurales y fuente de riqueza para las comunidades olivareras. El reconocimiento internacional del BMGO no sólo destaca el valor de la olivicultura andaluza, sino que también refuerza la posición de Andalucía como líder en innovación y sostenibilidad en el sector agroalimentario. La investigación y el desarrollo de nuevas variedades de olivo pueden ofrecer soluciones a los desafíos que enfrenta el sector, como la sequía y las plagas, asegurando la sostenibilidad y la competitividad a largo plazo.

En el caso del vino, denominaciones de origen como Montilla-Moriles o Jerez-Xérès-Sherry destacan por su tradición y calidad. Estos vinos no solo son apreciados en Europa, sino que también tienen una presencia significativa en mercados importantes como Estados Unidos, donde las exportaciones andaluzas han aumentado un 29% en el primer trimestre de 2024.

El jamón andaluz, con denominaciones de origen como Los Pedroches o Huelva, es otro producto estrella. La calidad superior de estos jamones, garantizada por las denominaciones de origen, les ha permitido conquistar mercados en Europa y América, contribuyendo significativamente al superávit comercial de la región.

Por no mencionar las figuras de calidad que encontramos entre nuestras excelentes frutas y hortalizas, repostería y panadería, conservas y salazones o aceitunas. Son figuras que transmiten una sólida imagen de calidad en las materias primas y singularidad en los modos de producción y elaboración andaluces. Son alimentos que no sólo nos nutren, sino que también nos permiten paladear el sabor de nuestro patrimonio cultural, de nuestra industria alimentaria artesana y de la diversidad genética de nuestras especies vegetales y de nuestras razas autóctonas de ganado.

Todas ellas representan al máximo nivel de un sector agroalimentario pujante, innovador y decidido a encarar los desafíos del presente, como el entorno altamente competitivo en el que nos movemos. En este sentido, el Gobierno de España, a través del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, está redoblando esfuerzos en el capítulo de la promoción del sector agroalimentario español que tiene, entre los productos de su mascarón de proa, a los alimentos con sabor andaluz.

El sector agroalimentario es fundamental y se ha constituido en uno de los pilares imprescindibles en la concepción de nuestro futuro. Y no sólo en cuanto a la necesidad de satisfacer una demanda creciente de alimentos, sino también en cuanto a los múltiples aspectos, como el económico, ambiental y social, que actualmente tenemos que tener en cuenta para su producción. En ese marco, el sector agroalimentario andaluz representa la combinación entre el conocimiento atesorado a lo largo de los siglos por nuestros agricultores y ganaderos y la innovación que aspira a tomar el relevo de esa experiencia secular.

Vendimia.
Vendimia.

En este aspecto, la Estrategia Nacional de Alimentación será prioritaria para el Gobierno de España en esta legislatura. Hemos echado a rodar ya el proceso de deliberación y de participación de toda la cadena alimentaria, del consumo y de la sociedad civil con el objetivo de contar con una Estrategia que pueda convertirse en un instrumento útil e importante de apoyo a las políticas públicas. España y, de modo destacado, Andalucía son un ejemplo de modernidad, innovación y competitividad en el sector agroalimentario, de modo que nuestra intención es ser los primeros en contar con una estrategia nacional que pueda, luego, contribuir al debate público que también se prevé en la Unión Europea sobre este tema.

Además, la colaboración entre administraciones públicas, empresas y entidades del sector es fundamental para afrontar los retos de hoy, como el cambio climático o la geopolítica, y configurar la actividad agraria del mañana. El apoyo del Gobierno a través de programas de desarrollo, de investigación y de promoción es esencial para contribuir al incremento de la competitividad del sector.

La industria agroalimentaria es una de las más dinámicas y competitivas del mundo. España y por ende Andalucía, junto con Francia, Alemania e Italia, forma parte del grupo de líderes que dominan la producción y exportación de alimentos en Europa, gracias a la aplicación de políticas fundamentadas para garantizar la seguridad alimentaria, la sostenibilidad y la calidad de los productos que se ofrecen al consumidor. La anticipación en la incorporación de aspectos relacionados con el impacto ambiental, salud y nutrición, equidad y acceso alimentario son las claves que tiene que asumir nuestra generación para seguir ocupando esas posiciones de liderazgo en un futuro que ofrece grandes oportunidades de crecimiento.

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