Agua desalada en Andalucía: un recurso clave para la agricultura

Anuario de Agricultura & Alimentación 2024

La desalación y reutilización de agua suponen un recurso garantizado independientemente de las condiciones climatológicas

Planta desaladora de Carboneras, cedida por GS Inima
Planta desaladora de Carboneras.
Belén Gutiérrez y Silvia Gallego - Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR)

07 de octubre 2024 - 21:00

España es uno de los países que encabezan la producción agraria europea, a pesar de contar con zonas de gran escasez hídrica y sequías cíclicas. Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la superficie agraria útil de España (SAU) supone más de 23 millones de hectáreas, casi la mitad del territorio español, de las cuales unos 17 millones son de cultivo. Del total de la superficie cultivada, el 76% está dedicada al cultivo de secano y el 24% al de regadío.

Andalucía, con más del 50% de su superficie destinada a la agricultura, y con la mayor área de regadío en España, superando el millón de hectáreas cultivadas, es un ejemplo notable, especialmente el caso de Almería, que destaca por su producción agraria pese a su clima subdesértico. Una de las estrategias adoptadas por las comunidades de regantes que ha contribuido a hacer sostenible el modelo agrícola almeriense es el uso de recursos no convencionales: la desalación y reutilización de agua suponen un recurso garantizado independientemente de las condiciones climatológicas.

La desalación permite obtener agua de calidad para riego a partir de agua de mar y salobre, mientras que la reutilización transforma las aguas residuales tratadas en agua regenerada de excelente calidad. Ambas técnicas ofrecen una fuente de agua predecible y de calidad, permitiendo a los agricultores planificar mejor sus cultivos y asegurar la viabilidad económica de sus explotaciones incluso en tiempos de sequía. Las experiencias de éxito de comunidades de regantes en el sureste español a lo largo de los años corroboran que, con el uso de agua desalada y reutilizada, se consigue un aumento de la producción, diversificación de cultivos y la recuperación de acuíferos sobreexplotados.

Estudios científicos en comunidades de regantes con experiencia en el uso de agua desalada han demostrado que esta práctica incrementa la productividad y calidad de los cultivos.

Bastidores.
Bastidores.

Estos casos de éxito hacen que el uso de agua desalada para riego agrícola sea una realidad en Andalucía y otras regiones de España. Más del 21% del agua desalada en España se destina a la agricultura, con porcentajes aún mayores en ciertas áreas, como la Demarcación Hidrográfica del Segura, donde el 60,8% del agua desalada es para riego. En Almería, las plantas desaladoras de Carboneras y Campo de Dalías destinan la mayor parte de su producción al riego agrícola, y esta última está en proceso de aumentar su capacidad.

La tecnología de desalación por ósmosis inversa permite ajustar la composición de sales del agua desalada según las necesidades específicas de cada cultivo y tener lo que se conoce como “agua a la carta”.

Los avances en desalación han permitido obtener agua a un precio competitivo, con costes que oscilan entre 0,5 y 1,0 € por 1.000 litros para agua de mar y entre 0,3 y 0,5 € para agua salobre. Este coste se ha reducido significativamente en las últimas décadas debido a la disminución significativa en el consumo energético de los procesos de desalación, que ha descendido un 94% en los últimos 50 años.

La experiencia en comunidades de regantes de Almería y otras regiones demuestra que el coste del agua desalada no supera el 5% del coste de producción de ciertos cultivos de invernadero, mientras que su productividad económica se sitúa entre 5 y 7 € por m³, confirmando que es incluso viable regar exclusivamente con agua desalada. Hoy la práctica más común es que los agricultores mezclen el agua desalada con agua de otros orígenes para obtener la calidad deseada para cada cultivo y para reducir costes.

De esto pueden hablar mucho los regantes de Almería. Y sus experiencias, al igual que sus producciones agrarias, son, sin duda, una de las mejores formas de avalar y acreditar las bondades de estos recursos hídricos, que estamos convencidas de que seguirán permitiendo el cultivo exitoso de frutas y hortalizas de gran calidad en Andalucía, y, además, hacerlo sin mirar al cielo.

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