Rafael Barrau: “Somos unos convencidos del cultivo ecológico como filosofía”
Entrevista al gerente de Oro del Desierto
La aceitera ha recibido el premio de la Fundación Juan Ramón Guillén a la Innovación. “De una empresa familiar nace un producto con alma; el alma de la familia que lo trabaja con tesón”, afirma.
El aceite Oro del Desierto sabe a filosofía, huele a tradición conservada como tesoro de familia y, quizás por eso, ha recibido el premio de la Fundación Juan Ramón Guillén a la Innovación. El gerente de la aceitera ecológica nos cuenta el secreto que se muele y se envasa como un aceite único; oro puro.
–Enhorabuena por el galardón que ha obtenido de la Fundación Guillén a la Innovación. ¿Qué cree que les ha hecho merecedor de este galardón?
–Nuestra labor en el desarrollo de una actividad sostenible en nuestros cultivos de olivar y nuestra almazara, pues reutilizamos todos los residuos de la almazara hueso como combustible y pulpa para compostaje, producimos energías renovables en mayor medida que nuestro consumo, tenemos un sistema de riego mejorado que ahorra un 35% de agua con respecto a un goteo convencional e introducimos ganadería en la explotación para controlar las malas hierbas, entre otras cuestiones. Ha sido un cúmulo de medidas innovadoras y encaminadas a una mejor gestión.
–¿Cómo son los aceites de la última cosecha que acaban de salir a la venta?
–Son espectaculares, esta cosecha es más discreta en cuanto a producción total en nuestra zona, pero la calidad del fruto ha sido excelente y estamos muy ilusionados con la nueva cosecha, que ya está embotellándose y disponible desde mediados de noviembre de 2018.
–Llevan diez años en la Guía Flos Olei del prestigioso catador Marco Oreggia Flos Olei y con mejor puntuación cada vez. ¿Qué se valora en esta guía de su producto?
–Esta guía valora tanto el producto a nivel sensorial como la actividad de la empresa, dándole una puntuación global de 80-100 puntos, nosotros contamos con 98 puntos sobre 100, lo cual nos hace estar muy orgullosos. No debemos olvidar que esta guía es al aceite de oliva virgen extra como la guía Parker a los vinos y salvando las diferencias de influencia en la hostelería es un ejemplo de la consistencia de nuestra calidad año tras año.
–¿Cuál es el mercado del Oro del desierto, dónde se vende?
–Hoy en día nuestra marca se comercializa en 31 países, siendo la exportación el canal de ventas de mayor volumen para nosotros.
–¿Sólo hacen cultivo ecológico? ¿Por qué?
–Somos unos convencidos del cultivo ecológico como filosofía y llevamos cultivando así desde antes del año 2000, no en vano nuestros antepasados nunca usaron química en la explotación. Nuestra zona es muy seca y calurosa en verano, y seca y fría en invierno lo cual favorece una ambiente libre de plagas y nos permite fácilmente producir aceite de oliva virgen extra ecológico.
–¿Cómo nace la iniciativa y qué le atrae de este mundo?
–Nace de la idea de Rafael Alonso Aguilera, procedente de una familia de agricultores de toda la vida. Tras haberse dedicado a otros menesteres en su vida, decidió comenzar a trabajar en la agricultura de lleno en el año 1996, fue entonces cuando se hizo cargo de la finca familiar heredada de sus antepasados. En esta finca ya se ubicaban almendros, cepas y olivos de secano desde tiempos inmemoriales y optó por implantar en la misma un olivar ecológico. Nos atrae vivir de nuestra tierra pudiendo respetarla al mismo tiempo.
–Se trata de una empresa familiar ¿no? ¿Cómo afecta eso a la producción?
–Pues ser una empresa familiar tiene sus pros y contras como todo. Sin embargo el amor y la pasión por un trabajo bien hecho es lo que nos une y nos da fuerzas para seguir adelante. Sin duda sin ese amor el producto no sería como es, una empresa familiar no sólo son rentabilidades y números, normalmente es un producto con alma, el alma de la familia que lo trabaja con tesón y alegría
–¿Qué producción tienen actualmente y cuál ha sido la evolución hasta ahora?
–Actualmente producimos entre 180.000 y 220.000 litros de AOVE ecológico anuales, la producción no ha dejado de aumentar en los últimos 20 años, lógicamente al ser olivar muy joven la producción va creciendo poco a poco, creemos que aun podemos crecer un 20-30% y por tanto hay que seguir trabajando en comercializar nuestro producto mejor aún.
–¿Qué perspectivas de crecimiento tienen?
–En superficie no creceremos en cuanto a propiedad, actualmente tenemos 100 hectáreas propias, por otra parte en arrendamiento y fincas contratadas hacemos al menos otras 150 hectáreas. Sólo con esa superficie aún podemos crecer en volumen de producto. Sin embargo, no descartamos en el futuro contratar más fincas para aumentar la producción si fuese necesario.
-¿Qué opina sobre las tensiones que existen en los precios?
–Nosotros hemos querido desmarcarnos de eso, embotellamos un tanto por ciento muy alto de nuestra producción, los graneles prácticamente se reducen a clientes que buscan mucha calidad y a los que atendemos con precios por encima de la media. Por lo tanto la volatilidad del mercado nos afecta algo menos que al sector en su totalidad, que depende mucho del mercado para vender las grandes producciones a granel de comarcas olivareras de la mayoría de Andalucía.
–¿Qué parte de tradición y qué parte de innovación hay en Oro del desierto?
–Ambas juegan su papel en la justa medida, sin duda una mezcla de ambas es lo que mejor define nuestro negocio. Sin una la otra no tendría sentido.
–¿Por qué combinar producción aceitera y turismo?
–Llevamos desde el comienzo practicando el oleoturismo, contamos con una antigua almazara de 1925, un restaurante, un alojamiento rural y la nueva almazara todo en un complejo, luego la finca de olivar. Está muy de moda explotar esos recursos, tiene lógica, nosotros al estar en una zona muy turística como Almería y el Desierto de Tabernas hemos sabido aprovechar nuestra ubicación para generar ingresos extra y valor añadido al negocio.
-¿Con qué enseñanza de sus antepasados se queda?
–Cito a mi padre: “Sólo con los mejores elementos y una gran paciencia se consigue la obra perfecta, que supera al tiempo, donde la máxima calidad es un principio, no una moda, donde el precio es el resultado no el objetivo”.
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