Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Política decente
La tribuna
NADIE es profeta en su tierra». Y cuánta verdad se encierra en esta antigua sentencia que se cumple en la figura de D. Eduardo Benot, polígrafo, lingüística y político andaluz nacido en Cádiz en 1822. Es común denominador en la idiosincrasia española marginar a aquellas personas que por su condición política no comulgan con el gobierno que impera o por lo innovadoras que sean sus ideas en el ámbito de las ciencias sociales y humanas. No hay duda hoy de la gran repercusión que las obras de Benot hubiesen tenido en el tejido educativo y social de nuestro país. Al frente de su cargo como ministro de Fomento y Educación defendió una absoluta libertad de enseñanza, consiguió que los municipios abonaran a los maestros la deuda económica que habían contraído con ellos, y elaboró la primera ley obrera promulgada en España (1873) que regulaba el trabajo de los niños en las fábricas.
Maestro por casualidad. Azar que se convirtió en una pasión tal que aunó todo su conocimiento para inculcar en sus alumnos unos fundamentos metodológicos y prácticos sólidos que se concretaban en unas destrezas comunicativas y pragmáticas que mejoran la competencia lingüística del alumno. Ya lo decía Séneca: «La educación del ser humano exige una preferentísima atención, porque influye en toda su vida».
Benot propuso un nuevo método de enseñanza basado ante todo en la dedicación, por parte del Estado, de una considerable cantidad de recursos económicos en educación, y basado fundamentalmente en los sujetos principales del proceso educativo, esto es: los alumnos y cuerpo docente, y no «inspirado en los caprichos y genialidades de un ministro o de una escuela, sino conforme a la naturaleza del niño, en quien residen las condiciones de la enseñanza». Cuán actuales son estas palabras que aparecen en su obra Errores en materia de educación e instrucción pública (1863) y cuán cercanas cuando hoy día quien posee la autoridad y competencia en educación decide hacer reformas en detrimento de las clases más desfavorecidas económicamente o cuando el legislador no se ocupa o preocupa de los colectivos con necesidades específicas y discapacidades reconocidas; o simplemente, encasilla a los niños en función de unas retrógradas tablas que le marcarán durante todo su proceso educativo.
En el ámbito lingüístico, publica en 1853 su obra «Breves Apuntes sobre los casos y las oraciones» en la que se establecen por vez primera en España las bases de análisis funcional de las denominadas oraciones subordinadas. Su teoría gramatical se basa en la «determinación», la «conexión» y la «enunciación». De este modo, dirá que «sin palabras no se habla; pero en las palabras no reside la esencia del hablar. Se habla relacionando los vocablos sistemáticamente, para constituirlos en cláusulas expresivas de lo que pasa en nuestro yo». Con Benot se pasa de la palabra a la oración. La sintaxis, se convierte, pues, en el eje fundamental de la lengua. Así mismo, los actuales estudios lo convierten en un antecedente claro de las teorías pragmalingüísticas y de la programación neurolingüística. Con lo cual su obra se convierte en un elemento decisivo para conocer mejor la mente humana y solucionar enfermedades nerviosas de diversa tipología.
Sirva este articulo para renovar la imagen de un andaluz universal que defendió, desde el sillón «Z» de la Real Academia Española del la Lengua, una reforma educativa y propuso un nuevo paradigma teórico en el ámbito del español.
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