Calle Arráez (y III)
crónicasdesdelaciudad
Barranco Greppi. El topónimo en La Chanca -del inicio de la carretera del Poniente al cerro- es el único vestigio en el imaginario almeriense del otrora potente comerciante de origen centroeuropeo
El arrabal de La Musalla -ocupado por almunias de recreo de "moros principales"- se adensó con edificaciones cristianas a partir del violento terremoto de 1522, conformándose como alternativa a la antigua ciudad. Alejado de la prestancia actual, a comienzos del s.XIX la calle Arráez era un proyecto en ciernes; con casas de planta baja alternadas con solares yermos. Acotada por el convento de Las Puras, establecidas en 1515 y por tanto las más antiguas vecinas del Padrón; las Casas del Concejo (Ayuntamiento), trasladadas desde La Almedina después del seísmo, y la Rambla Gorman (La Reina), por el irlandés Thomas Gorman, empresario nacionalizado español y viudo de española que en 1830 declaraba tener 62 años.
Inscripto en el libro de Comercio de la Ciudad (AMAL), financió (forzadamente) al ejército francés durante la ocupación de 1810-1812 y era co-propietario del cachamarín "San Patricio", barco mercante de 40 toneladas. En tal memoria -recomendada su lectura, entre otros documentos, por el profesor Sánchez Picón-, junto a Thomas Gorman y hermano se relacionan los apellidos más notables del sector (telas, zapatos, comestibles, adornos de plata) de 1830 a 1885, destacando la presencia extranjera: Bartolomé Greppi, Zerolo, Fiscovhich, Rambaud, Macdonell, Barrón, José y Pedro Jover, Rafael de Medina, Pareras, Balonga, Terriza, Punzón, Macbean, Orland, Rabell, Moyano, etcétera. A título de curiosidad, estos completaban el mísero jornal del campanero alcazabeño de la Vela a cambio de que anunciase con sus toques la llegada de embarcaciones con mercancías. Un grupo de comerciantes diferenciado del lobby minero encabezado por Ramón Orozco (aunque en ocasiones compatibilizaron tal actividad) y de la oligarquía agraria, en la que se integraban individuos pertenecientes a la (escasa) nobleza provincial.
BARTOLOMÉ GREPPI:
LEYENDA Y REALIDAD
Los nombres de casi todos ellos han desaparecido de la memoria colectiva local. De Greppi, por ejemplo, solo queda el topónimo de un barranco en La Chanca: salida de la carretera al Poniente, ascendiendo al cerro descarnado y bello -con la bahía a sus pies-, mostrado en visitas guiadas del colectivo "La Chanca-Pescadería a mucha honra". Sirvan los datos siguientes -prácticamente inéditos- como aportación a una inexistente semblanza biográfica (gracias, Andrés). Lo traemos a este capítulo en calidad de socio y suegro de José Jover, además de propietario urbano en la misma calle Arráez; pero antes refresquemos la leyenda. El cronista Santisteban Delgado la tomó de la tradición oral y reprodujo tal cual en la prensa de 1927, bajo el título El tesoro de los Greppi:
"Salvándose de un barco pirata que infortunadamente naufragó en nuestras costas, saltó a nado un individuo de apellido Greppi, internándose con un trozo de red que encerraba un saco con dinero, en el barranco Caballar, palabra esta última que procede de la corrupción de "casaubáh", o sea, sitio recóndito y defendido, donde el rey guardaba tesoros y riquezas.
Nadie contempló su tarea. A la luz de la luna abrió un hoyo con un cuchillo que escondía en su seno y enterró la comentada prenda; lanzándose nuevamente al mar para saltar a bordo de un bergantín inglés que le condujo lejos del país en que naufragase.
Pasados los años un hijo recibió documentos que marcaban la vertiente (sic) de la Alcazaba donde el tesoro yacía escondido y excavando halló tan hermosa fortuna, engendradora de su posterior riqueza".
Ni tesoro oculto ni gaitas, la realidad es bien distinta. Llegó a la ciudad a finales del s.XVIII y hacia 1810 se casó con María Hernández de Nalda, de cuyo matrimonio nacieron María y Carmen. Natural de Seva (Imperio Austriaco), falleció en diciembre de 1848. Al amparo del repunte económico provincial, pronto prosperaron sus negocios ligados al comercio y a la exportación.
Protocolos de Número. 10 de marzo de 1849:
Inventario de cuentas y partición de BARTOLOMÉ GREPPI, practicada por su viuda María Josefa Hernández Nalda e hijas María y Carmen Greppi Nalda, mayores de 25 años; casadas con José Jover Giral y Juan Macbean (escocés), respectivamente. Todos los bienes se consideran gananciales y divisibles entre la viuda (mitad) y herederos (sendos cuartos):
"Que por muerte de D. Bartolomé Greppi ocurrida en el mes de diciembre del año anterior (1848) sin haber dejado testamento, procedieron de común acuerdo a practicar un escrupuloso inventario de los muebles, bienes raíces acreditados y demás que correspondían al difunto, de cuya sucesión eran los únicos interesados". Comunicándole este de la dificultad de que teniendo gravados todos sus bienes con especial hipoteca, no podía disponerse de ellos "hasta que las fincas estén libres de estas cargas" (el documento notarial no cita ninguna fundición de plomo o minas de su propiedad):
:
1ª) En muebles, cuya enumeración se omite por considerarla innecesaria
2º) En créditos
3º) En bienes raíces. Con un caudal total en su conjunto (descontado gastos) de 269.085 reales:
-Casas y almacenes en el Puerto, de diferentes superficies: vivienda del capataz, depósitos de yeso, esparto y uva, etc.
-Otro local junto al baluarte de la Stma. Trinidad
-Sendas casas en la entrada de la Rambla (no especifica cual), con pozo y balsa
-Casas en las calles Real, Arráez y Canteras, más otra en Guadíx
-Una almadraba grande
-Un pozo en san Roque y otro en el Barranco (¿de Greppi?)
-Un aljibe en el Camino (¿)
-Posada y venta en la salida a Roquetas (Cta. de la Bajamar)
Levantadas las hipotecas, la partición de bienes fue refrendada en diciembre de 1869 ante el notario Mariano del Toro. Ahí se añade "Moyoral" como segundo apellido y otra nueva nacionalidad: Reino Lombardo de Beneto. La actividad portuaria fue la base de su considerable fortuna. Valga un ejemplo: en 1843 el Municipio instauró el arbitrio de un real por barril de uva y la mitad por el de una arroba embarcada, "independiente de la vasija en que se exportara". Sacada a subasta su cobro por la suma de 16 mil reales, el arriendo recayó en Bartolomé Greppi. Otrosí: en el pleno de 28-V-1831 se debatió su proyecto de construcción de un muelle, "en bien de la Ciudad, el Comercio y la Industria", ya que hasta entonces los "barcos tenían que fondear en Roquetas, a tres leguas". Lindando a este primitivo embarcadero, el 23-V-1847 colocaron la primera piedra del futuro Puerto, junto a la "casilla vieja, en una espiga o lengüeta entre el muelle de Greppi y la rambla de Cordoneros" (El Caridemo). Aquí, en el Llano de Pescadería, nuestro hombre se construyó su residencia familiar, en la que descansó y fue obsequiado el obispo Anacleto Meoro cuando -procedente de Cartagena- llegó en mayo de 1848 a tomar posesión de la Diócesis. Digamos para finalizar, que Greppi colaboró en la construcción del primer monumento a Los Coloraos y que fue investigado, junto a su hermano Andrés, como sospechoso de haber armado un "corsario" contra españoles e ingleses durante la Guerra de la Independencia (AMAL, julio 1821).
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